Estamos ante el inicio de una saga que aún perdura en nuestros hipódromos y del que seguro veremos más representantes en el futuro.

Estos han sido uno de los colores más longevos de nuestra historia ya que sus primeras apariciones datan al menos de 1843 y la última con Olmo en 1992, esperemos volver a ver estos colores en pista de nuevo algún día.

Ignacio Figueroa Mendieta fue el iniciador de esta prolífica saga hípica, que tantas alegrías nos han proporcionado, nacido en Llerena (Badajoz) en una familia muy relacionada con los caballos, el 22 de abril de 1808, de afiliación de afrancesada que salen del país tras la derrota de José Napoleón, educado en Marsella y París recibió una esmerada instrucción, pero era un hombre eminentemente práctico y de acción, estuvo muy involucrado en los negocios familiares mineros e industriales.

Hombre de gran atractivo personal y muy alto, de unos dos metros de altura, de gran cultura y refinamiento, sportsman de primera, fue literato, hablaba francés, inglés idiomas que traducía y en los que componía poemas, dibujante y pintor de cierta calidad y estimable musico.

Se afinca en Madrid en 1845, donde gracias a los buenos haceres de su padre es nombrado Gentilhombre de Cámara de la regente Cristina, allí contrae matrimonio con Ana de Torres, Vizcondesa de Irueste, familia de gran lustre social, pero económicamente empobrecida. La boda tuvo lugar en 1852, lo que le permitió entrar en el más distinguido círculo social. En 1853 rehabilitó el título de Marqués de Villamejor que la familia de su esposa se había visto obligada a enajenar por falta de medios económicos y sería este el nombre por el que sería conocido (aunque siempre firmaba con su nombre y nunca le dio demasiada importancia a nada que no fuera el esfuerzo y la valía personal), cuando le hablaban de títulos siempre decías “titulus tumuli” los títulos para la lápida.

Era una persona extremadamente trabajadora y desarrollaba una febril actividad, se despertaba todos los días a las 6 de la mañana, no era muy religioso, pero decía que honraba a dios ora et labora, ya que estaba todo el día trabajando, en su lápida pidió que pusiera “Hic quiescit qui nunca quievit” aquí descansa quién nunca descanso.

Villamejor ganando cuadro de un joven Conde de Romanones ( Sacado del recomendable libro Romanones de Guilermo Gortazar)

De gran altura m proporcionado, seco ágil y gran encanto personal, pero poco a poco fue desarrollado sordera lo que le fue aislando de la gente y agriando su carácter.  De joven era extremadamente impetuoso y valeroso, siendo famoso por poner varias veces en riesgo su vida, tuvo entre 8 y 10 duelos incluso un día tuvo tres lances.

En un principio se afincan en Marsella donde tenían los negocios familiares, pero poco a poco sus negocios van pivotando hacia España, por lo que vuelven definitivamente a Madrid en 1860, la empresa se desarrolla principalmente por la zona de Linares y La Carolina en Jaén, donde crea un imperio minero y siderúrgico, siendo este el principal polo siderúrgico de España en ese momento, sus hijos Álvaro y Gonzalo fueron tomando poco a poco el control de los negocios.

 Ignacio Figueroa fue involucrándose cada vez más en política, donde facilitó el negocio familiar, fue diputado 6 veces y senador dos veces, la última como senador vitalicio, se involucraba principalmente en temas económicos e industriales.

Tuvo cinco hijos, Hijos, José Vizconde de Irueste, Gonzalo Duque de las Torres y Marqués de Villamejor que fue alcalde de Madrid, Álvaro el famoso Conde de Romanones, presidente del consejo de ministros y el poder detrás de la monarquía de Alfonso XIII, Rodrigo Duque de Tovar, Francisca condesa Consorte de Almodóvar.

En lo que respecta a las carreras de caballos, era un gran conocedor y amante del mundo del caballo, era un reputado jinete que compitió en sus inicios como gentleman en carreras pese a su gran altura, fue famosa una carrera de vallas en la que compitiendo con un tal capitán Munby ambos de cayeron y volvieron a montar varias veces, una de sus más famosas anécdotas es que por una apuesta bajó la cuesta de Gomeros (Granada) al galope mientras tocaba el violín.

Cuando abrió el Hipódromo de Canal en 1843 ya corrían sus caballos, en esta época destacó la yegua clementine tras su marcha a Francia perdió el contacto con las carreras de caballos e intentó resistirse a su afición tras la apertura del hipódromo de La Castellana en 1876, pero poco a poco fue construyendo su cuadra con elementos de calidad hasta llegar a rivalizar con el todo poderoso Duque de Fernán-Núñez, destacando las yeguas : Vitelotte, Reine Claude, Etoile, Volte-face, Bulgarie, Gravatte y Zoraya , que tras ser probadas en pista pasaban a la yeguada entre los machos destacamos a Precy , Fulmen, William, Padlock  etc.

La adquisición de Precy fue afortunada, pues con él ganó el marqués de Villamejor el Ómnium de París en Longchamp, el Prix du Rond-Point (actual grupo II) y varios otros premios, obteniendo luego de él magníficos productos. Padlock fue otro brillante ganador en Francia

A partir de la muerte del Duque de Fernán-Núñez su cuadra se resintió de la falta de competencia y bajó progresivamente el nivel de sus importaciones y efectivos.

Tuvo al menos tres yeguadas una en Pau, otra en Negralejo en Rivas Vacia Madrid (aún permanecen las caballerizas) y la yeguada de San Damián en Oiartzun

 

 

SU PALMARÉS EN LOS GRANDES PREMIOS:

 

GRAN PREMIO DE MADRID/ NACIONAL

 

1889 ESPARTERO

1892 FULMEN

1893 PICCOLA

1895 PRETENDIENTE

1896 AGAR

1897 BOLIDO

1898 KELELI

 

CARRERA DE COMPETENCIA

1890 CADICHONE

1891 DIQANA

1892 FULMEN

 

GRAN PREMIO DE BARCELONA DERBY

1897 MUSCADIN II