Vamos a inaugurar la sección de Bienvenidos, con Jesús Expósito, que está entre nosotros desde mayo y que ya lleva dos victorias en el hipódromo de la Zarzuela.
Suso es venezolano de padres españoles y no tenía ninguna relación familiar con el mundo del turf. Una vez acabado el bachillerato se matriculó en arquitectura; mientras esperaba el inicio del curso decidió aprovechar el tiempo y trabajar de becario en un estudio para aprender la profesión.
Su jefe era propietario de caballos de carreras e invitó a Jesús a ver los entrenamientos en el hipódromo de La Rinconada (Caracas). Fueron a primera hora de la mañana. No se veía nada, solo se sentía el galope de los caballos y los ruidos emitidos por sus jinetes. A medida que se acercaba, empezaba a oler el sudor de los caballos y en ese momento, se encendieron los focos del hipódromo, se admiró ante el galope de los caballos y ya se dio cuenta de que estaba perdido… Fue un amor a primera vista.
Tuvo que olvidarse de los planos y decidió dedicarse al mundo del turf. Se matriculó en un curso de entrenador en el hipódromo. Como es normal, su padre se horrorizó ante la idea de que su hijo tirase su vida a la basura. Empezando un tour de forcé entre ambos, el padre le echó de casa hasta que entrara en razón y retomara los estudios, Jesús, empeñado en su sueño, encontró trabajo de mozo, teniendo que dormir en las cuadras durante este tiempo.
Este duelo entre padre e hijo duró tres meses, hasta que su padre se dio cuenta de que no era una veleidad momentánea y, viendo que su hijo estaba firmemente decidido, le readmitió en casa apoyándole en su decisión. Con el tiempo se convirtió en un conocedor de las carreras, no librándose su hijo de críticas ante una mala matrícula o unas mal planteamiento de carrera.
El curso de entrenador duraba dos años, recibiendo una educación muy completa durante este tiempo, pero a mitad del segundo año surgió la oportunidad de recibir un curso de veterinaria en Lexington (Kentucky). Ir a Estados Unidos era su sueño, pero era una estancia de dos años. Él y su novia decidieron casarse y emprender juntos la aventura americana.
El Kentucky entró en contacto con un entrenador local llamado José Luis Rodríguez, con el que empezó a colaborar, primero de camero, y poco a poco fue ascendiendo hasta ser su primer mozo; con él aprendió realmente la profesión. Era entrenador de la vieja escuela, le hizo pasar por todos los puestos hasta concederle su confianza. Ya convertido en primer mozo, José Luis se llevaba a los caballos de más calidad y mejor forma a buenos hipódromos como Keenland o Churchill Downs, mientras mandaba a Jesús con los de menor calidad a hipódromos menores como el de Latonia (Turfway Park, ahora). Estos caballos con mil problemas fueron los que le hicieron entrenador, ya que hubo de sacar partido de ellos, aprendiendo a conocerlos y a buscar soluciones a sus mil problemas.
Su preparador le animó a sacarse la licencia de entrenador en Estados Unidos y tuvo suerte, ya que, tras aprobar el teórico, el responsable de hacerle el examen práctico resultó ser el entrenador de la cuadra vecina y cuando vio que era el chico que estaba todo el día trabajando en el patio le dio la licencia automáticamente sin realizar ninguna otra evaluación.
Una vez obtenida la licencia, su entrenador le dijo una gran verdad: que conseguir la licencia era lo fácil, que ahora llegaba lo complicado, el conseguir propietarios. José Luis Rodríguez le dejó un par de caballos muy modestos para que corrieran a su nombre con los que corrió un par de carreras no consiguiendo ganar.
Decidieron volverse a Caracas, la familia decidió unirse para comprar un caballo y dar una oportunidad a Jesús de ser entrenador. Era un caballito muy modesto con el que pronto consiguió ganar una carrera; recibió una buena oferta por el mismo que declinó pensando en que lograría buenos triunfos con él. Como suele pasar, no volvió a pasar por ganadores, y lo tuvo que vender a un precio muy inferior al ofrecido anteriormente, pero esta labor no pasó desapercibida, ya que le empezaron a llegar propietarios.
El capitán Márquez del Stud Cabrimar se fijó en él y le brindó su confianza. No era una cuadra puntera, pero sí que tenía un buen número de caballos con los que trabajar; generalmente modestos, tuvo tres yeguas llamadas Permash, Tropic Rose e Hind Hand que ganaron seis carreras cada una el mismo año. Esto causó gran revuelo e hizo que Jesús recibiera mucha publicidad y nuevos propietarios, llegando a tener 48 caballos.
Durante sus años en Venezuela, su posición habitual en la estadística anual oscilaba entre el puesto duodécimo y decimoquinto, si bien un par de años entró entre los diez mejores entrenadores venezolanos.
En 2009, una mafia del juego se instaló en Caracas, amañando carreras de caballos. En un principio, se dedicó a sobornar a entrenadores, jockeys, mozos, veterinarios, etc. para hacer perder carreras a favoritos y si encontraban una cuadra incorruptible pasaban a entrar en las cuadras de noche para inyectarles sustancias tóxicas para mermar las posibilidades de sus víctimas.
Jesús empezó a detectar que algunos de sus caballos que estaban en forma no solo no corrían como esperaba, sino que sufrían enfermedades o muertes repentinas. Los veterinarios no daban con el problema; esto afectaba a varias cuadras. Se aisló a los caballos, se les cambió el pienso o la medicación, pero no se solucionaba el problema.
Sospechando lo peor, una noche decidió esconderse en la cuadra para ver si pasaba algo y sorprendió a un hombre saltando la valla de su cuadra y, cuando decidió enfrentarse a él, se dio cuenta de que estaba armado. (Abajo añado link por si queréis leer sobre el desmantelamiento de esta mafia).
Su familia le hizo ver que no tenía sentido arriesgar la vida y le ofrecieron dejar el turf y montar una empresa, que fue lo suficientemente bien como para no echar de menos demasiado las carreras.
Su padre sufrió una enfermedad y los médicos le recomendaron que se tratase en España -al ser lucense-, con lo que la familia se vino a Galicia y tras una dura lucha su padre falleció. Estaba en España y decidió probar suerte en nuestro país en un nuevo ambiente.
Como hizo en Venezuela, su debut en mayo fue con un caballo de la familia Julianastar Farell, con la que ha hecho su mili de adaptación a nuestras carreras, ya que son muy diferentes a las que había conocido en EE. UU o Venezuela. Le ha sorprendido especialmente la pista de verde y las diferencias administrativas.
Se da la casualidad de que su primera victoria en Venezuela fue con un amazona y de momento sus dos victorias en España han sido con jockeys femeninas.
Le gusta trabajar en equipo, implicando a todos los componentes de la cuadra en el bienestar de los caballos, intentando conceder a cada uno su espacio en el desarrollo del caballo. Nos advierte que no le gusta sacar los caballos a tope en su primera actuación, sino que prefiere conocerlos en pista y que se pongan poco a poco con las carreras.
Uno de sus mantras es mantener informado a los propietarios, ya que la mayoría de las noticias suelen ser malas. Es bueno que estén al día, que conozcan las circunstancias del caballo en todo momento.
Ahora cuenta con 9 caballos en el patio, cuando esperaba acabar en año con dos o tres, llevando ya dos victorias este año, con Chusquez y Pasapalabra, siendo su propietario principal la cuadra Taramundi, Can Farell y Taramundi-A´Casiña Taramundi; De momento, la mayoría de los caballos que ha tenido son viejos con achaques, pero se muestra esperanzado con los nuevos potros que han entrado en la cuadra.
Se da la casualidad de que su primera victoria en Venezuela fue con un amazona y de momento sus dos victorias en España han sido con jockeys femeninas.
https://www.animanaturalis.org/n/mafia-hipica-venezolana-envenena-caballos-para-asegurar-apuestas
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