En esta entrada nos vamos a salir un poco de lo habitual , los que me conocen saben que me encanta la historia y

especialmente “las romanadas” como dice Bea, el otro día leyendo “El último siglo de la España Romana 284-409”

de Javier Arce (Alianza Editorial 2009), encontré un capítulo sobre la compra de caballos hispánicos para la

celebración de unas carreras en el Circo Romano y me pareció interesante investigar un poco sobre el tema y con

mis investigaciones me propongo aburrir a los valientes que se atrevan con esto…

 

Como justificación esgrimo que el PSI desciende de yeguas españolas y por lo tanto estamos hablando de la

prehistoria del caballo que nos interesa y si cuela cuela….

 

La llegada de caballos a Hispania se produce por dos vías distintas produciendo dos tipos de caballos diametralmente

opuestos de los que aún quedan descendientes en nuestro territorio.

 

En el siglo XII A.C se produjeron invasiones de tribus bereberes que se asentaron en el sur de la Hispania, estos  trajeron

consigo los primeros ejemplares de caballos que llegaron a la península,  eran de la raza Libia, siendo este un cruce del

caballo Ario y el Mongol, las fuentes clásicas lo describen como “ gran alzada (1,55 m), cuerpo proporcionado, bella

cabeza subconvexa y feas ancas resistente y muy valiente”, este fue el caballo principal de la cultura tartésica/turdetana,

Lusitana  e ibérica.

 

Este caballo se aclimata a nuestro hábitat durante un milenio y con motivo de las guerras púnicas entran en la península

un gran número de caballos con las tropas númidas (actual Libia y Argelia) que acompañaban a los Cartagineses en su

guerra con Roma, si bien los caballos hispanos eran descendientes de los Númidas, estos ya eran tipos diferentes de

caballos, el español tenía más clase, mayor volumen, más fuerza, más agilidad y mejor estética.

 

Los Cartagineses usaban a los Númidas para lucha en campo abierto y a los íberos y lusitanos para terrenos más

abruptos siendo ambos la pesadilla de las tropas romanas (que sunca tuvieron una gran caballería propia)

Guerrero Ibero a caballo (PINTEREST)

Se incrementó la cantidad de cabezas de caballos en España debido a los grandes contingentes de caballería

involucrados en la segunda guerra púnica y en la posterior conquista romana de la península Ibérica, por ejemplo

Livio nos cuenta que en el año 208 a.C., después de haber derrotado Escipión a Asdrúbal en la batalla de Baecula:

“...se apoderó del campamento enemigo, y en el recuento de cautivos encontró 10000 infantes y 2000 jinetes... y

mandó a Indíbil que de la gran cantidad de caballos capturados eligiese los 300 que más le gustasen”

(Liv. XXVII, 19, 1).

 

De estos caballos libios descienden los PSE actuales.

 

Figura de caballo Tartésico encontrado en Cancho Roano (http://tochoocho.blogspot.com)

En el norte de Hispania se asentaron los pueblos celtas que trajeron con ellos otro tipo de caballos. Eran equinos más pequeños (1,25 m de alzada), de cabeza pequeña y chata, orejas cortas, grupa fuerte, pelo abundante, crines largas, capa torda oscura y sin espejuelos en los cuartos traseros, los descendientes de estos caballos serían el asturcón y la jaca vasco-navarra.

Diosa Céltica Epona (www.greenmountainintuitivearts.com)

Como todos estudiamos en el colegio de la mezcla de celtas e íberos nacieron los celtíberos, pues en caballos pasó algo parecido, como consecuencia de la mezcla entre ambos tipos de caballos, se produjo otro tipo denominado fieldón. De alzada intermedia (1,40 m), solía ser calzado y cordón corrido, de cabeza grande, perfil subconvexo, pecho estrecho, grandes cascos, muy resistente y apto para el tiro. Desde la Meseta fue exportado a los circos italianos, desplazando a los equinos locales en las carreras. Su más directo representante actual sería la jaca gallega

Ya en época romana, Hispania contaba con tres razas principales de caballos: cebros, jacas y corceles.

Los Cebros o caballos salvajes (equiferi) eran cazados como otros venados, estos se encontraban entre el páramo de León y la estepa de Murcia, se atestigua su supervivencia hasta la edad media.

 Los domésticos se dividían en dos razas claramente diferenciadas:

Los Tieldones que eran ambladores, las más grandes recibían el nombre de tieldones (jacas) y los más pequeños el de asturcones (ponis). Eran descendientes de los caballos celtas; Su área geográfica era el Norte peninsular hasta el Duero

Plinio el Viejo escribe que en la misma Hispania hay un pueblo gallego y astur, en los que se crían los caballos llamados tieldones y asturcones cuando son de talla menor; no tienen un paso como el corriente, sino que su paso es suave y procede del movimiento simultáneo de las dos patas de un mismo lado. Por ello se ha educado a los caballos a marchar en ambladura.

Estos gozaron de un enorme predicamento entre los romanos. Su paso, era muy cómodo para el jinete. Esta raza pequeña, lenta y no muy bella, pero muy apreciada por los romanos más pudientes, alcanzando precios exorbitantes.

Por ejemplo, uno de los premios que se distribuían después de los juegos circenses consistía en un tiro de corceles asturianos, poeta de origen hispánico Marcial (de Bíbilis actual Calatayud), los describe: “...este caballo pequeño astur que galopa rápidamente al son del compás, viene de la gente rica en oro”.

Por Suetonio en su vida de los Césares sabemos que el Emperador Nerón tuvo un sueño perturbador antes de morir en el que estaba implicado su caballo favorito que era un Asturcón.

Es curioso que sus descendientes ya no son ambladores, pero se ha observado que muy jóvenes estos caballos si lo son cuando van al trote, por lo que puede ser una cualidad latente que aún tienen, los caballos naturalmente ambladores que existen en Sudamérica deben de ser descendientes de estos.

 

Corceles o Caballos (equi) ligeros, veloces, corredores y apropiados para la guerra, la caza y las carreras de carro. Empleaban el corcel los guerreros y las elites de toda la Península, aunque está más documentado entre los belicosos lusitanos y celtiberos, y en la Bética.

Los caballos hispanos eran famosos por su velocidad, el mito a las yeguas de la zona del Tajo es clara muestra de su reconocimiento por los romanos que desarrollaron el mito que nos ha transmitido Plinio “se sabe que, en Lusitania, cerca de la ciudad de Olisipo (Lisboa) a orillas del Tajo, las yeguas vueltas de cara al viento cuando sopla el Favonio reciben un soplo vital y conciben así y paren potros velocísimos, pero que no viven más de tres años...” (Plin., NH VIII, 166)

La conquista de Roma provocó una nueva roturación de los terrenos creándose grandes haciendas agropecuarias y especialmente el sur de España y en Cataluña (zona del Ebro), era considerado que tenían unas características excepcionales para la cría de caballos tanto para su uso por las clases privilegiadas como para su uso en el circo.

Carrera de carros Museo Arqueológico Nacional, Madrid, España (via pinterest)

No hay fuentes que nos indique que existían criadores profesionales dedicados a caballos para el circo, pero se supone que así era, ya que la popularización de los juegos circenses hizo que la demanda de équidos aumentase exponencialmente en todo el Imperio, los caballos más famosos eran los Tesalios (Grecia), los Capadocios (Turquía) y los Hispanos. La comparación entre razas era muy habitual en los autores romanos, nos han llegado numerosas referencias a las preferencias y calidades de las diferentes razas, en un principio destacaron los Hispanos y los africanos, pero a medida que el imperio se expandió nuevas provincias aportaron caballos de calidad como Tesalia y Capadocia, si bien algunos autores consideraban los hispanos superiores, generalmente eran más reconocidos los Tesalios y Capadocios

La correspondencia de Símmaco (epist. 58-60, 62-63), cónsul en el año 399, con latifundistas hispanos, pide a sus amigos residentes en Hispania que le ayuden a comprar caballos para celebrar los juegos con motivo de la pretura de su hijo.

A través de estas cartas sabemos que a finales del imperio los caballos hispanos aún gozaban de fama y reconocimiento, así como de la existencia de diversas yeguadas dedicadas a la cría de caballos de calidad, pero pese a que algunos autores creen que era una de los productos principales de exportación de Hispania, yo me inclino por que ya éramos una fuente secundaria de caballos, ya que en los edictos de Diocleciano no aparecen los caballos como productos hispánicos destacados, solo la lana y el jamón cerretano (ya entonces…), si bien se siguen comprando y son valorados (Juliano para aplacar a su tío Constancio II le promete 200 caballos hispanos para el circo), están en un segundo lugar respecto a los orientales

La iglesia estaba en contra de los juegos circenses, al considerarlos un foco de paganismo, por lo que se empeñó en su desaparición, en España tenemos el canon 62 del concilio de Elvira (300-324) en el que se prohíbe el oficio de auriga, lo fueron consiguiendo poco a poco, las carreras se terminaron en Roma en el año 549 y el de Oriente en 1204 pero en nuestro país desaparecieron antes, seguramente a principios del Siglo V y las invasiones bárbaras nos desconectaron del resto del imperio y acabó con la exportación de caballos.

.Carrera de carros Museo Arqueológico Nacional, Madrid, España (via pinterest)