Aprovechando que hoy se celebra jornada en Vila-Seca y es el día grande de las carreras de caballos en Cataluña, os planto un artículo sobre el primer y segundo hipódromos de Barcelona en 1871.

Se que soy un poco pesado con el tema de las carreras catalanas, pero es que me desespera que no exista un hipódromo allí, hay un gran potencial y me encantaría un noble pique Madrid-Barcelona. Por otro lado mi abuela era de Barcelona y nos enseñó a querer a su tierra , siempre me he considerado algo catalán (como Jienense por mi padre) y me jode no poder ir a disfrutar del Derby de Barcelona siguiendo a los invasores madrileños o ver ganar el Gran Premio de Madrid a un segundo Apa Noy (ver aquí) proveniente de la Ciudad Condal, sirva este artículo como muestra de cariño a la tierra de mi abuela y ojala veamos nuevos hipódromos por Cataluña que falta nos hacen.

La revolución de 1868 había sacudido España provocando la caída de Isabel II,  siendo la figura clave del momento el general Prim, gran defensor de Cataluña en Madrid, entre las medidas que adoptó para favorecer la desinflamación de las relaciones Cataluña-Castilla -que nos acompañan desde tiempos inmemoriales- fue el derrumbe de la Ciudadela de Barcelona ( símbolo de opresión al estar la cárcel allí) y terrenos aledaños como el campo de Marte, lo que propició la aparición del primer hipódromo barcelonés y de rebote el segundo que es una historia muy curiosa.

Tras la adopción de la Virgen de la Mercè como patrona de la ciudad, se decidió instaurar una fiesta conmemorativa en Septiembre y para sus primeras fiestas se decidió construir un hipódromo que estaba situado entre las calles Campo de Marte y San Juan, supongo que en terrenos dependientes de la Ciudadela, este hipódromo debió ser algo muy precario ya que no tuvo más vida que esas fiestas.

Las fiestas incluyeron tres carreras para caballos de pura raza española a celebrar el 25 de Septiembre , dotadas con 2,500 , 1,500 y 500 pesetas respectivamente.

El día de la carrera el interés se desbordó no sólo ocupándose todos los asientos y espacio en el interior del recinto si no que todos los aledaños estaban llenos de público.

En la primera carrera al final se inscribieron 5 caballos, de los que Gavilán alcanzó gran ventaja, que fue perdiendo poco a poco siendo batido por Niño montado por José Marqués ante el entusiasmo del numerosísimo público. Quince minutos después se celebró la segunda carrera entre Navarro y Pirata , ganado el primero montado por Leandro Canals, la última carrera la disputaron 5 caballos de todas las razas y edades ganado Muley montado por Juan Martín.

El éxito de la jornada fue apoteósico dejando al público con ganas de más, el día 26 se añadió otra jornada para el día 30 con dos carreras de velocidad ( carreras punto a punto)  que no estaban originalmente en el programa , un avispado empresario decidió montar una jornada extra en el mismo hipódromo el 2 de Octubre con tres carreras con premios de 1500 pesetas, para caballos de cualquier raza o edad .

Lo más divertido fue que estas tres jornadas no fueron suficientes, la gente tenía ganas de más y los vecinos de la Plaza de Perales, aprovecharon el reciente derribo de una casa y una iglesia en dicho lugar para improvisar un hipódromo, el óvalo interior no fue necesario marcarlo ya que el numerosísimo público que soportaba el tremendo calor, hacía de muro humano, los balcones y aledaños estuvieron repletos de público, a la primera carrera cuyo premio era de 25 pesetas se presentaron tres contendientes dos vestidos de jockey y uno de ordinario, se llevó el premio Antonio Oliva que dio dos vueltas al óvalo en menos de 10 minutos.

En la segunda carrera que era de saltos participaron cuatro caballos quedando desmontados 3 de ellos en la primera vuelta, llegó a meta José Rius que se llevó el premio de 10 pesetas, él mismo se llevó la última carrera que era de algún tipo de coche o carro, ya que ganó pese a romper el eje del vehículo.

Se celebró una carrera más debido a la demanda del público donde se midieron cinco jacas , ganó Modesto Ros que fue el que dio tres vueltas al recinto en menor tiempo.

Este espectáculo competía con un concierto de bandas musicales en el hipódromo, pero muchísima gente acudió a disfrutar del espectáculo quitándole mucho brillo al concierto que obtuvo una mala entrada.

Es llamativo lo que se podría haber logrado si en el siglo XIX se hubiera optado por dar a las carreras un enfoque popular.

En Barcelona se dieron cuenta del potencial del espectáculo y se dispusieron a crear un hipódromo permanente que no consiguieron hasta la construcción del hipódromo de Can Tunis ( ver aquí).